sábado, 22 de marzo de 2014

He llegado a un momento en el que me da igual como mirar la vida
como escribir(te) los días
que aún no tenemos contados para pasarlos de la mano.
Que me da igual si te define la poesía o si te lo hago en prosa, que tú eres la literatura mejor contada
la que te engancha como la más pura heroína y no puedes parar de leer.

Que tú eres esa historia, ese libro aún sin final
y esa página tras página en la que todos mis capítulos se llenan con todo aquello que otros me vacían y tú no paras de regalarme.

Ámame, bébeme, enamórame, fóllame, abrázame, bésame, agárrame
pero hazlo en cuerpo y alma, que te estoy regalando mis versos
y créeme joder
que eso es lo que más me devuelve las alas
(después de ti).

miércoles, 5 de marzo de 2014

Ese tren que nunca pasa porque ya se ha quedado.

Creo que he empezado a odiarte
y a odiarme
quizá por la manera en que me miras
o en la que has conseguido que dependa de ti.

Ya no sé caminar hacia atrás
tampoco hacia adelante
si no es de tu mano.

Y es que te has parado en mi estación como si fueras el tren más veloz
y el más valiente
que se ha quedado para siempre
en mi estación rota para recomponerla vagón a vagón.

Me has llenado como a la luna llena joder,
que ya no distingo el día de la noche cuando miro el cielo desde tu cama y
que cerca está cuando me besas.

El miedo a perderte se ha quedado a vivir en mi almohada pero eh
tu quédate
quédate para siempre.

martes, 4 de marzo de 2014

Pasado.

Y nos quedamos sin recuerdos
y también sin los olvidos que un día me buscaste
y después me regalaste.

Te perdiste
para ser conmigo un desconocido
para ser un granito de arena en mi montón de fracaso.

Los miedos ya no se van pero tampoco han vuelto
es que nunca se han ido
y siguen sabiendo a tus suspiros
o a la luna que ya no nos brilla encima desde que caí desde la cima de tu costilla y tu clavícula izquierda
desde que el placer me lo regalan otros
y desde que ya no me pierdo las miradas porque tú tenías tantas que ya no creo ni en las mías en el espejo,
porque él también me miente.

Ya no soy capaz de subrayar las palabras bonitas porque tú no me las regalas y quizá aún no me haya dado cuenta de que nunca lo hiciste
y es que joder, cómo doliste.