viernes, 28 de octubre de 2016

Mírame

Junté azul
cielo
rojo
infierno

y ahora sólo queda
la sombra morada
que desprendían
mis ojos
antes del desalojo. 

Sin huída
sin frenos

con fantasmas
miedos.

Tengo un ataque de psicosis cuando no me gritas.

Tengo un ser esquizofrénico pataleando mi cerebro desde que acabé
sin miedo
y sintiendo

condenando a la tristeza
bajo tierra.

Y ahora
estoy bailando
con la libertad
rozando con los dedos un viento que sopla gris.

Salto. 

Mírame,
ya no soy todo lo que fui.

Ahora pintaré de morado todos los huecos que dejaron tus letras antes de que empezaras a dormir y no despertaras nunca más con mi nombre en tu hocico.

Guau.

Deja de ladrar
ya no puedo oírte,

ahora escucho unas ondas
que tu infelicidad
jamás alcanzará a entender.

Respiro.

Estoy llena de aire limpio
y tú
ya no ensucias mis poemas.

Mira cómo vuelo.

Tápate los ojos ante todo lo que jamás me verás escalar.

Ya nunca volverás a verme dibujar constelaciones en tu espalda.

Porque he encontrado mi propio cielo
mi propia estrella
luna
sol
tierra.

Yo.

Me he encontrado y hoy me siento guapa,
me beso la nariz frente al espejo y me canto una canción de la infancia que me quiere más de lo que nunca había sido capaz de besar.

Mira, tengo una risita
y te invito a compartirla conmigo.

Solo te pido que le bailes con la osadía que desprende un amanecer morado que no esperas.

Pero que vendrá

amor


vendrá.

domingo, 15 de mayo de 2016

Si pudieras hablar sobre mí

Si pudieras hablar sobre mí, sabrías que he escrito cosas que me han dolido más de lo que lo hizo la vida al hacerme vivirlo.

Que he llorado delante de un roble para pedirle que no se fuera y he entendido que  no hay cosa más jodida que decirle a alguien "no te vayas" cuando ya no te escucha.

Que he abrazado a un colibrí aun sabiendo que no podía abarcarlo porque me hacía tan grande como pequeño podía llegar a ser su vuelo.

Sabrías que me han roto el corazón en cuatro trozos, en dos camas, un columpio y un aeropuerto.
Y que ninguno me ha dolido
tanto como el primero.
Sabrías que yo nunca dije que escribiera poesía,
pero es que un día te vi reír y le puse poesía a tu nombre.
Y a todas las letras las llamé como tú.
Y ahora escriba sobre lo que escriba, siempre estás tú.

Por eso escribo yo
y no me escribes tú,
porque no sabes nada de mi
que yo aun no haya descubierto.

Si pudieras hablar de mí, lo harías con el color del sol.
Porque sabrías que yo siempre pongo en whatsapp los corazones amarillos o que yo siempre cruzo las aceras cuando ambos semáforos están en rojo.

Que me hago cenizas de mi propio olvido y que me paso el día abriendo puertas y cerrando las heridas que un día Frida Khalo pintó.

Que tengo los pies en Madrid y el corazón en tus manos.

Ay,
si pudieras hablar de mí;
sabrías que llevo casi 20 años pidiéndole a mis padres un hermano.

(Y que aun no he desistido).

Que nunca he sabido tomar decisiones, pero que nunca quise que las tomaran por mi.
Que no me da miedo declararme "puta" con el pecho bien abierto ante todos aquellos que me lo dijeron con la cabeza bien agachadita, por hacer con mi cuerpo lo que
(con perdón)
me daba
la puta
real
gana.

Sabrías que soy las flores que nunca llegaron a abrirse, porque dejamos que algún capullo las pisara;

los cien pájaros libres que nunca visteis volar porque os cegaba el que teníais en la mano.


Sabrías que me encanta hacer el amor por las mañanas y darle los buenos días a la vida, por dejarme ser.

Por estar aquí y por seguir lamiéndome las heridas.

Si pudieras hablar de mí... me besarías.

Pero no lo haces.

Porque no sabes de mí ni la mitad del aleteo de una mariposa,
no intentes contemplar su vuelo,
si no sabes ni el color de sus alas.


















miércoles, 23 de marzo de 2016

De Madrid al cielo, pasando por tu boca

A 15 pisos del suelo de Madrid
la ciudad nos sentía suyos,
y nosotros tan nuestros mirándonos a los ojos.

Cuando te miro veo flores abriéndose,
niños corriendo
semáforos en verde
y besos en un ascensor.

Te veo.

Y tengo que decir que descubierto nuevos lunares en los que perderme y he perdido el norte cuando tu sur me hacía tocar las estrellas, superando unas nubes que eran tan blancas como aquellas cortinas que no te gustaban nada.

Repito: tocaba las estrellas.

Y la de tu espalda también sonreía y es que no era normal vernos amanecer a media tarde con la fuerza de un huracán.

Pero es que te metiste bajo mi piel y la surcaste
y bajo las sábanas que no dejabas que me taparan,
porque preferías hacerlo tú y jurar que si pudieras no me soltarías nunca
y decirme que no podías dejar de mirarme, porque loco tú, me llamas preciosa y me haces sentir en una casa de un árbol llena de mariposas blancas.

Y prometo que en ese momento no existía nada más que sentirte cerca
y sentirte mío
sentirnos vivos
sentirnos libres.

Y prometernos que no íbamos a olvidar nunca ese momento.
Y mientras escribo esto en un tren que vuelve a poner kilómetros de por medio entre tu boca y la mía, recuerdo tus pupilas reflejadas en las mías.
Y ese es el mejor recuerdo.

Ese y la risa.
Y tu brisa color mar.
Y mis cosquillas en tu espalda.
Y en tu pelo.
Con las que brillabas como nunca, con los ojos cerrados y la sonrisa encendida, mientras yo miraba el lunar de tu oreja izquierda, justo abajo;
y me perdía
y me declaraba adicta a tus "quién ha dicho que no quiero que vuelvas" y por ello prometo hacerlo y mantener el puente abstracto que nos une y separa.
Y nos vuelve a unir.

Izal sonaba en mi cabeza: "qué bien que con mis dedos note el frío y tu calor, que por mis nervios corran impulsos que me cuentan que estás en la habitación... que no te has ido y que te tengo cerca."

Y es que la habitación 1526 también quería reírse con nosotros,
de mi acento del sur y mis mordiscos en tu  hombro cuando intentabas imitarme.

Aunque debo decir que no lo conseguías del todo.

¿Sabes? Nuestra cara podía ser mejor pero no podía estar mejor el corazón cuando lo abrazabas fuerte como si fuera una bola de cristal agrietada a la que ver llover pero a la que nunca querrías romper.

Y tú a mi me rompes los esquemas de mi vida cuando me susurras sin darte cuenta un poema que yo escribo.

Que te escribo dentro de las casualidades de un tal día nueve,
que se parece al tuyo y acaricia al mío.

Ahora lo tengo claro:

De Madrid al cielo

                               pasando por tu boca.



martes, 15 de marzo de 2016

Un día escribí esto y aún sigo soñando con un mundo mejor.

No nos representan.
No os representan.
Son el peor diente de león del mundo,
aquel que al soplar no te cumple los sueños pero sí te los arrasa.
Y no dejan nada a su paso.
Sólo frío.
Sólo edad.
Soledad a la que quieren que le abramos la puerta para poder controlarnos.
Nos dicen que cuidado,
que nos contagia el ébola,
que nos van a matar los terroristas a los que ellos mismos financian,
que luchemos ante la libertad de expresión si el opresor es el ISIS,
pero que callemos como ratas ante la ley mordaza,
ante sus intentos de prohibir el aborto,
ante sus deshaucios,
ante sus mierdas de políticas financieras que matan de hambre,
ante sus cierres de fronteras
y ante su constitución llena de coronas muertas.
Pero no saben que no hay cadenas que callen este grito de auxilio,
nos morimos de pena ante un televisor que nos cuenta lo que las pirañas quieren; nos cuentan lo que ellos quieren para dejarnos sin cabeza.
Nos quitan a Nietzsche y a Marx de la escuela pública y pretenden que callemos nuestras bocas y que enterremos eso de la libertad de pensamiento.
Qué cojones.
Pero no, yo quiero enterrarlos a ellos entre sus mentiras
y con todos esos trapos sucios que esconden sus noticias y sus mierdas de discursos.
Porque no hay amoniaco que elimine su olor a podrido.
Dejadles que rujan, porque nosotros somos capaces de rugir más fuerte por la manada.
Y sabemos arañarles.
Dejemos de lamerles las colas,
apartad las mentiras,
descubrid la verdad.
Y leed,
leedlo todo pero no lo impuesto;
y contadlo.
Empezad a besar las heridas de quién os cuida
y dejad de darle más veneno a la serpiente,
que bastante tiene ya.
(Ah, por cierto: si tenéis un príncipe o princesa azul,
estrujadlo hasta que se convierta en morado,
morado porque de sangre azul yo no quiero saber nada.)
Vamos a por vosotros
y vamos cargados de todo aquello que nunca nos conseguiréis quitar:
las ganas de luchar por lo que es nuestro.

viernes, 11 de marzo de 2016

Julieta murió y tú no vas a hacerlo

La joya al cuello,
Julieta muerta
y un desfile de moda con trazos negros.

Frío,
huesos secos
y un cuerpo pidiendo un receso.

Espejos,
puñetazos
y la sangre corriendo por las rotas manos.

Hospitales
morados
y una camilla que absorbe el alma.

El sol vuelve a salir

y tú llorando.

No eres tú, son ellos que no pueden verte como yo te miro;
que mi canon de belleza es tu felicidad y no sus gritos.
Que eres tú y tus costuras de ciencia ficción.

Que tu cuerpo es real, sus expectativas no.

Sonríe, flor
que me gusta sentir tus raíces
pero no verlas.

Sonríe, flor
que vamos a ganarles la batalla.

domingo, 17 de enero de 2016

Mi chico de la barra.

Mi chico de la barra cree que el gris es el color más bonito porque hasta las nubes grises le sonreirían si le oyeran cantar.

Mi chico de la barra cree en la revolución, en Cuba y en Venezuela.

Mi chico de la barra llora en su cama vacía como aquel que muere solo en una cuneta.

Mi chico de la barra se bebe las cervezas con el mismo ímpetu de un jugador de poker cuando consigue su full.

Mi chico de la barra baila y ni si quiera se da cuenta de que estoy muriendo mientras le miro y resucito al verle reír.

Mi chico de la barra vuela como una golondrina buscando su hogar en pleno invierno.

Y ojalá encontrara su nido en mi casa.
En mi cama.


Y entonces sabría lo que es volar.