sábado, 4 de enero de 2014

La consecuencia, el antecedente, y el punto y seguido del final feliz.

"Que la vía se termina y se separan nuestras vidas,
me encantó viajar contigo."

Y si, se separaron.
Quizá ya no seamos.
O no seamos juntos,
pero sí por separado.

Quizá te quise como a nadie,
pero me arrasaste,
acabaste con todo lo que antes había conocido como felicidad.

Por eso te llamo huracán,
porque eres así,
o así fuiste conmigo.

A veces he llegado a echarte de menos, he llegado a añorar tus buenos días tonta, tus riñas, tus celos, y tus abrazos

Pero ¿sabes? lo mejor no eras tú, no.
Lo mejor estaba por llegar, porque dicen que después de la tormenta viene la calma,
y tú fuiste la mayor tempestad que nunca antes había arrasado a mi corazón.

Y vino la calma, vino él.
Que no es solo la calma en sí,
me calma a mí,
y me ha hecho volver a creer.

En el amor no,
ya no creo en el amor,
pero creo en él,
y créeme que eso es mucho mejor.

Y aunque nunca vayas a leer esto, te escribo.
Porque doliste, y en realidad,
a veces,
aún dueles.

Pero alguien me calma,
y ese alguien es la clase de ser imperfecto que cree en el destino y en mi, como si fueramos lo mismo.
Y a veces,
creo que lo somos.
Pero al revés, como si me mirara al espejo y viera algo que no soy.
Pero tampoco dejo de serlo, como si esa parte de mi fuera la que él crea cuando me quiere,
como si las cosas pudieran ser para siempre.

Él es,
en parte,
en lo que queda,
en lo que falta
y en lo que sobra,
es y será,
la primera letra del abecedario,
o la última.

Es esa canción que se te queda en la cabeza,
ese número de la suerte,
o un martes trece;
él es la consecuencia,
el antecedente,
y el punto y seguido del final feliz.

Así que aquí te escribo, para que sepas que como me dijiste que nunca encontraría a alguien como tú, te lo confirmo.

Porque no es como tú, es mucho mejor.


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