sábado, 19 de octubre de 2013

Te escribí, tres días despues de tenerte.

¿Sabéis esa sensación de querer soltar algo y no saber por donde empezar? Cuando tu vida se pone patas arriba en cuestión de días (aunque la mía está así desde ese día en el que te vi entrar por la puerta) y todo cambia de la noche a la mañana... sientes miedo. No un miedo comparable al de un susto, o al de una película de miedo, no, es un miedo único, incluso podría decir que me gusta.
Aquí estoy, son las 2 de la mañana y vuelvo a escribir, después de tanto tiempo vuelvo a escribir... ¿la razón? La razón se fue a dormir hace media hora, la razón viste con sus sudaderas y polos, su chandal y sus camisas en días de fiesta, la razón es tonta -pero no más de lo que él me atonta a mi- la razón tiene la sonrisa más bonita que he podido ver nunca.

¿Sabes? Sé que vas a leer esto, tarde o temprano (aunque hoy es 30 de mayo),  y quiero que sonrías al leerlo. Nos vamos a comer cada milímetro que nos separe cuando no estemos juntos, hasta que tú estés encima mía, en mi cama, noche tras noche (o al menos desde el teléfono). Estoy decidida a jugar y dejarme todo en este juego. Quiero pasar un verano contigo, y sobretodo un invierno de sudaderas contigo y de estrellas tirados en cualquier sitio, o muriendome mientras me haces cosquillas, hasta que descubras que ese es mi punto más debil (y espero que lo descubras pronto y no cuando leas esto). Quiero que llegue la navidad y poder celebrar contigo un año nuevo, quiero estar a tu lado en febrero y que sea el mes más largo para nosotros. Vivir los nervios de tus últimos exámenes (aunque tú no los tengas) y celebrar tus aprobados -y espero que los míos- con cualquier locura, o con cualquier tarde estando contigo.

Decidí tirarme a la piscina, meterme en este juego, para nadar más rápido, para ganar este juego. Sé que (quizá) es una locura, pero... quiero una vida junto a ti.

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